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Los ingredientes de una marca

Un logotipo es la imagen de una marca, entendiendo que una marca se compone por un factor visual, otro factor fonético y por los ideales que se han construido en torno a ella. El logotipo entonces es una imagen por medio de la cual la marca se puede ver, recordar y reproducir en diversos medios, por decirlo de alguna manera, es su representante visual, tan importante como los otros dos factores pero es el más tangible y por ello repercute tanto en la marca.

En lo que se refiere a la fonética, el nombre de la marca es la primera forma de distinción que tiene y por ello hay que cuidar su originalidad, facilidad de pronunciación y recordación, además de las ideas con que se puede asociar la o las palabras que lo compongan. Es el rasgo más perdurable y lo es aún más si se han cuidado dichos aspectos.

Sin embargo, el nombre y su imagen o símbolo de identidad son solo la pieza palpable de la marca.

Cuando el consumidor entra en contacto con un producto o servicio tiene una opinión de él, ya sea positiva o negativa: la primera impresión que le causó, la experiencia de uso o consumo, la interacción con los vendedores, su satisfacción ante la compra y los servicios añadidos de los que haya hecho uso, dejan una impronta en el consumidor que se refuerza o diluye con las compras posteriores; ideas como confiabilidad, perdurabilidad, buen trato o falto de calidad, engañoso, etc., se quedan en la mente para ayudarnos a elegir cada vez que sea necesario adquirir un producto o servicio similar.

Son estas impresiones las que van construyendo un imaginario entorno a la marca y es lo que le hace trascender o irse en declive si se comienza a percibir como una marca que no cumple con las expectativas del consumidor. Si por el contrario, el producto cubre o rebasa las expectativas, generará ventas recurrentes y será entonces que el nombre y símbolo que representen a la marca cobren relevancia como medios que:

Permiten identificar el producto nuevamente

Guardan en ellos las buenas o malas impresiones de las que ya se ha hablado

Son factibles de protegerse legalmente

De manera que si su producto y servicio son de buena calidad, merecen ser reconocidos entre la multitud de ofertas. Pero no solo por su nombre y su logotipo, sino por la imagen global del producto o servicio, lo cual incluye el empaque, punto de venta, atención al cliente, publicidad, uniformes o transporte, las cuales, entre otras son aplicaciones derivadas del logotipo y por lo tanto deben mantener la cohesión mediante una línea gráfica, que se compone por:

Tipografía

Paleta de colores

Estilo gráfico (moderno, clásico, geométrico, infantil, vintage, lujoso…)

Como vemos, son aspectos que refuerzan y soportan los ideales de la marca y el imaginario construido en torno a ella.

Es decir, el logotipo no está completo sin los elementos que lo rodean y que deben complementarlo gráficamente. De esta manera una tarjeta de presentación mantiene la coherencia con la firma de correo electrónico, con los membretes y con los uniformes creando un conjunto que debe ser original para ser inconfundible aún en ausencia del logotipo pero asociado a él, con lo que además se asocia a todas las características de la marca, lo bueno y lo malo.

Es por ello que el logotipo no lo es todo pero debe estar bien planificado para que el sistema construido a su alrededor no se caiga y por el contrario perdure ante situaciones imprevistas. Con el tiempo y su uso correcto y continuo esto construirá la imagen de marca con la cual se identifiquen productos y servicios que gracias a su calidad y el visto bueno de los consumidores se posicionen en el mercado, lo cual permite:

Expandirse: abrir sucursales, franquicias

Entrar a nuevos nichos de mercado: fabricar nuevos productos, ofrecer otros servicios

Acceder a recursos humanos mejor preparados, atraídos por el renombre de la marca

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